FORMAS

El mundo se congeló cuando me miró.

Sentí su coqueto perfume a metros de mí.

Dulce, refrescante. Como el choque de miradas

no correspondidas en ese instante.

Me preguntó, cómo sonará mi nombre

en tu boca, y cómo sería enredarme

en el tono de tu voz. Grita mi alma, 

con miedo a lo incierto. Pues ¿Quién soy? 

No merezco ni tu desestimo pero 

me conformo con el brillo de tus hombros

cuando le permites al sol,

tan sólo acariciar la arena de tu piel.

Aquí, me quedé, en forma seca y perpleja.

Quisiera tener el valor de saber tu nombre,

muchacha fría, pálida y sombría.

Moriré en la forma de tus labios

con las manos deseando tu cuerpo,

 on la mente añorándote. Dejaré que el destino 

se apiade de mí, y permita que seas más 

que una simple amiga.

HABITANTES

Qué tan diferente podemos ser

cuando amamos, queremos y lloramos. 

Saltamos, abrazamos, reímos, dudamos.

Experimentar el dolor desde la sonrisa

y el abrazo de la agonía de quien jamás

lo hace. Habitamos en todos esos diferentes

fragmentos de emociones. Algunas 

pueden cambiar el paisaje, 

y otras simplemente nos destierran.

Y de lo poco que comprendí,

es que entendernos, es más arduo 

que entenderlos, a quienes escuchamos.

Que amarnos es más imperecedero, 

que pretender amar en el lenguaje de otro

cuando no podemos ni hablar nuestro propio idioma.

Cuando no podemos oír, cuando nos hablamos.

Cuando no podemos correr, porque nos atamos 

las cadenas del pasado en los tobillos.

Cuando abandonamos un lugar, donde

jamás quisimos irnos. Cuando queremos, 

y no amamos. Cuando nos aman 

y nos dejan atrás.

Que tan difícil puede ser, habitar.

Habitar sin precisar respirar.