
Nefelibata
Aún sollozo al oír mi nombre porque alguna vez fui la niña de abu.
Porque un día desperté y ya no era la niña soñadora que llega llena de pintura.
Porque aunque amo intensamente a aquellos que me rodean,
aún no he amado intensamente a aquella niña de colores.
Aún no he juntado sus cenizas. Aún no he reconciliado
sus charcos llenos de incertidumbre. Y es que que bonito es florecer;
que grata e inmensa sonrisa de aquella pequeña niña,
Que bonito es verte hoy plasmada en mí. Aún mantienes tu esencia.
Aún dejas huella. Aún dejas grandes cocas en aquellos que te rodean.
Esta carta es para ti, Niña que desborda emociones,
jamás dejes tu intenso sentir. Eres tan imprecisa, tan eterna
y has sabido partir desde lo incierto y lo aterrador.
Has ido cosiendo tus recuerdos, añadiendo aquellos silencios desperdigados.
Eres la sustancia más inexplicable pero tu sonrisa estremece.
Deja de tu amor fluya. No huyas, que aún sueño con reencontrarme
con tus miradas brillantes.

Origen
Todavía me consume la incertidumbre de aquellos caminos conocidos,
y aunque la cotidianidad me aturde
desearía detener el tiempo y atesorar aquella idea de reflorecer.
Aún busco desesperadamente aquella mirada brillante.
Hoy he recorrido calles viejas, divagué por lugares nuevos
y aprendí a correr entre cada uno; los caminos lucen ajenos
y dispersos a cuales parecían eternos. Recurrentemente llega aquella bocanada
de incertidumbre, y mis rodillas arden como fuego porque están exhaustas
de buscarte. Recorrí Norte, Sur, Este, Oeste, tratando de encontrar
a la chica de sonrisa intensa, dejando expuesto a aquel futuro que solía ser lejano.
Hoy es incambiable su resplandor, convencido de encajar entre aquellas pequeñas grietas.
De aquellos seres efímeros hoy nace mi recuerdo eterno,
porque eterno es todo aquello que dejaron en mi.
He dejado de ser una ajena transitoria en aquella lejana historia
que alguna vez fue contada.